Articulo estraido de https://elacratador.noblezabaturra.org/2015/01/08/negras-ironias/
Poco hay que añadir sobre lo ocurrido el pasado miércoles 7 de
enero en París, con el asesinato de 12 personas por alguien lo
bastante imbécil como para creer a pies juntillas en las palabras
de un líder político de hace 15 siglos, autoproclamado profeta, e
imponerlas a sangre y fuego. Al fin y al cabo el fanatismo religioso
no es sino una forma suprema de idiotez moral en la que la capacidad
de empatía queda anulada. Una suerte de psicópata pero mucho más tonto
y manejable.
Lo sucedido es mucho más que el daño hecho a la libertad de
expresión, significada en la publicación Charlie Hebdo, que,
casualidades de la vida, nació de la que fue en sus orígenes revista
ácrata Hara-Kiri. Tras la masacre no falta quien intente sacar
partido a su discurso del odio desde el fascismo de siempre frente a
las nuevas y terribles doctrinas que vienen del mundo musulmán. Un
yihadismo que se nutre de la población marginal de las barriadas
francesas, británicas o españolas.
Porque también hay que situar el yihadismo en su contexto europeo.
Es el fruto surgido de las políticas neoliberales que han creado
barrios-gueto en el extrarradio de las grandes ciudades. Un
remanente de población de origen mayormente magrebí que busca nuevos
referentes culturales en una realidad que les es totalmente
ajena. Muchos de los yihadistas de ahora son nietos de marroquíes,
turcos o argelinos que solo pisan países musulmanes de vacaciones y
usan más el francés o alemán que el árabe o turco como lengua propia.
Pero siguen siendo vistos como extranjeros, cuando no enemigos, por
una parte de la población que alimenta peligrosos discursos
xenófobos.
Tampoco son ajenas a esta realidad las catastróficas
actuaciones occidentales en Oriente Medio. Desde la desastrosa
Guerra de Irak se ha agitado un inmenso avispero que ha ido
encontrando ecos desde Marruecos a Pakistán. Sin olvidar
especialmente el drama sirio, donde se ha alentado y armado hasta los
dientes a los mismos asesinos que ahora actúan en París. Antes les
llamaban rebeldes, ahora muestran su verdadera cara.
Tampoco estaría de más, en momentos tan dramáticos, recordar que
en nuestro propio estado muchos periodistas puede que estén
derramando lágrimas de cocodrilo. Aquellos que normalizan que se
censure una portada de el Jueves, que no dijeron ni pío cuando se
cerraron los periódicos vascos Egin y Egunkaria o que dan pábilo a
las ideas más ultras sin despeinarse.
Y nos preocupa especialmente pensar que este tema puede que no
haya hecho sino empezar. Por un lado porque hay que ser consciente de
que existe una manzana podrida dentro de la población musulmana
europea que además es capaz de todo sin la menor compasión y no les
faltan comparsas que les jaleen.
Por otro están todos los fascistas agazapados que han encontrado el
chivo expiatorio perfecto para exhibir impunemente su discurso del
odio.
Los asesinados inocentes muertos se quedan. Sus familias y amigos
destrozados. Los musulmanes honrados que no aprueban esta
barbaridad machacados tanto por sus sectores más fanáticos como
por los mismos fachas de siempre que ya van sin careta… Todo un
panorama abierto y muchas incógnitas pendientes, como la que nos
plantea si esto solo será un comienzo de algo que puede ir a mucho peor.
Por si queda alguna duda: Nous sommes Charlie aussi!
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