jueves, 7 de junio de 2012

Una aproximación al movimiento anarquista griego


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Hace unas semanas, pudimos visitar Atenas, donde unos compañeros griegos nos acogieron y nos echaron un cable para tratar de realizar un primer acercamiento al movimiento anarquista griego, posiblemente el más potente de Europa a día de hoy. A continuación exponemos las percepciones que tuvimos en esa visita fugaz a la capital del Estado griego y las conclusiones de carácter general que pudimos extraer en inevitable comparación con nuestro movimiento autóctono.
Características del movimiento
Cuando uno pasea por las calles de Atenas percibe la sensación de que existe una actividad política muy viva. Hay que hablar de percepciones, porque a simple vista Atenas es una ciudad occidental más, con sus edificios grises y su calles repletas de coches, con sus viandantes ensimismados, con sus mendigos y con sus turistas orientales.
Sin embargo, hay elementos que nos indican que existe en este lugar una efervescencia política, una lucha enterrada que trata de salir y romper esa paz social tan occidental, tan nuestra. Los restos de la batalla del 12 de febrero aún eran muy visibles por aquel entonces. Uno de nuestros compañeros griegos se mofaba sarcásticamente y nos señalaba los restos de tiendas de lujo y bancos carbonizados diciendo: “Otra tiendecita quemada”, tal y como informaron los mass media, aterrados e incapaces de asimilar que el pueblo estuviera en las calles expresando su hartazgo de la manera más salvaje.

Mármoles destrozados en la Plaza Syntagma
La ciudad está repleta de pintadas y los mármoles que adornaban los laterales de la plaza Syntagma han sido destrozados a golpes y convertidos en proyectiles arrojadizos contra los MAT (antidisturbios). Todo se acentúa mientras uno se interna en Exarjia, el céntrico barrio que los anarquistas han hecho suyo desde los años 70, el lugar donde murió Alexis Grigoropoulos en 2008 y donde se iniciaron los disturbios que se extendieron por todo el país durante un mes.
Más allá de las sensaciones, el movimiento anarquista griego es, en efecto, mucho más numeroso que el del Estado español. En Atenas, su actividad está focalizada en el barrio de Exarjia, donde existen numerosas iniciativas como locales (okupados o no), radios libres, comedores populares, cooperativas de consumo, conciertos y hasta un parque autogestionado. Aunque la presencia del movimiento no se reduce únicamente a Exarjia, este es el corazón del espacio libertario ateniense, lo que también le convierte en una especie de gueto, como veremos.
En el tiempo en el que estuvimos pudimos conocer varias de estas iniciativas, pero tan sólo una mínima parte de todas las que existen, por lo que extraer conclusiones bien fundamentadas nos resultaría imposible. A pesar de esto, sí podemos decir que el movimiento es muy juvenil, tal y como nos corroboraron los compañeros con los que pudimos hablar. Si bien se puede decir que los jóvenes anarquistas de 2008 en adelante son los hijos espirituales de los anarquistas de los 90, es evidente que se viene produciendo un recambio generacional, acompañado de una confluencia de militantes más veteranos que se reencontraron en los disturbios de diciembre.
Estos elementos dibujan un espacio, en general, carente de experiencia, y con un riesgo muy elevado de caer en liderazgos. Esta circunstancia se ve potenciada por la propia estructura informal y de carácter casi familiar del movimiento, cuyo elemento básico es la okupación a la que uno pertenece.
La okupación en Atenas es una estrategia muy extendida y es una parte genuina del

Parking de asfalto convertido en parque colectivizado en Atenas
movimiento anarquista. Todas las okupaciones que visitamos estaban presididas por una bandera anarquista y todas ellas se consideraban parte de lo que llamaban espacio libertario. Las okupas son elementos fundamentales en el actual movimiento libertario griego pues es allí donde se configuran los grupos de afinidad y desde donde se articula la acción del movimiento. Los lazos de solidaridad entra las ocupaciones son fuertes, pero cada una tiene su propia idiosincrasia y sus propias dinámicas que pueden convertir a sus asambleas en opacas de cara al exterior.
Cuando las luchas se extienden, las okupaciones se trasladan a puntos estratégicos como las facultades, situadas en el centro y libres de posibles intervenciones policiales según marca la legislación del Estado griego. Como ocurrió en diciembre de 2008, cada facultad okupada tiene también sus características propias.
La lucha por la organización formal
Muchos de los compañeros con los que pudimos debatir sobre el asunto tenían la sensación de que el movimiento era potente, pero se encontraba estancado. Especialmente para los más veteranos, el anarquismo griego con su actual estructura (o más bien ausencia de ella) y su modus operandi tocó techo en diciembre de 2008.
Se considera que el Estado ha dejado un terreno de juego al movimiento, en forma de disturbios aislados con la policía, dentro del cual no es una amenaza real para el sistema. Esto está degenerando en un fetichismo de la violencia y una espiral represiva que está haciendo perder al movimiento su verdadera vocación revolucionaria: “Se conceptúa como anarquista el ataque y se olvida a la sociedad”. La represión no hace sino mitificar esta actitud.

Placa en memoria de Alexandros Grigoropoulos, situada en el lugar de su asesinato, en el barrio de Exarjia
Fuera de esta característica propia causada por la peculiar situación de confrontación social que vive Grecia, el movimiento libertario griego adolece de los mismos problemas que el de cualquier otro Estado. El continuo uso de un lenguaje autorreferencial y su alejamiento de la sociedad le está convirtiendo en un movimiento autista sin capacidad para salir del gueto, lo cual nos suena por aquí.
Es difícil poder calibrar qué nivel de influencia tiene esta percepción dentro del conjunto del movimiento libertario dado que, como hemos dicho, sólo pudimos conocer a una mínima parte del mismo. Los propios compañeros que nos aportaban este análisis, con el que personalmente coincidimos, no se mostraban muy optimistas de cara a poder cambiar esta dinámica. Los liderazgos están muy afianzados en los pequeños grupos: “Venden insurrección y violencia y el movimiento se traga el cebo”, nos comentaba un compañero.
Esta situación de aformalismo que ha propiciado el surgimiento de liderazgos internos en el movimiento (aunque también ha permitido la supervivencia del mismo tras sucesivas oleadas represivas) ha sido puesta en cuestión por grupos como AKA (Anarquistas por la Liberación Social). El grupo anarco-comunista difundió un comunicado en el que expresaban lo que a su parecer era necesario para que el movimiento libertario griego pudiera aprovechar su actual potencial y seguir creciendo con objetivos más ambiciosos que poder enfrentarse a la policía de forma intermitente. En definitiva, la necesidad que los diferentes colectivos que integran el espacio anarquista vayan confluyendo con el objetivo de crear estructuras formales, con herramientas que impidan el surgimiento de liderazgos y que puedan convertir al anarquismo en un referente político para una sociedad cada vez más desencantada con el podrido sistema liberal parlamentario.
Las otras ramas del movimiento libertario
Motivados por abandonar esta dinámica de ataque-represión, tras la cumbre del G-8 en Génova de 2001, tristemente recordada por el asesinato de Carlo Giuliani, un sector del movimiento anarquista griego protagonizó una especie de escisión del mismo formando lo que hoy se conoce como Movimiento Antiautoritario.
El Movimiento Antiautoritario ha protagonizado acciones interesantes como el intento de

La bandera anarquista ondea en el ayuntamiento de Atenas durante la ocupación de unos pocos minutos el 12 de febrero
okupación del ayuntamiento de Atenas durante los disturbios del 12 de febrero, pero también ha recibido críticas por parte de diversos sectores del movimiento anarquista que lo acusan de posibilismo y reformismo. Por nuestra parte no podemos hablar mucho de ello, pero merece la pena hacer una mención. Nos falta un mayor conocimiento para poder hacer un análisis de este movimiento tan difícil de catalogar y no queremos dejarnos llevar por las sensaciones a primera vista. Quizás en el futuro podamos ahondar más.
Por otra parte, en el tiempo que pasamos en Atenas, también tuvimos la posibilidad de contactar con trabajadores que están tratando de crear un movimiento sindical de base que pueda acabar siendo una alternativa anarcosindicalista al amarillismo de los sindicatos de Estado. Los compañeros nos informaron sobre los pasos que se estaban dando hacia la creación de una federación nacional a partir de los sindicatos sectoriales que están surgiendo en los últimos años.
En cualquier caso, la situación no es muy distinta a la de cualquier otro país europeo en donde la conciencia de clase brilla por su ausencia y el anarquismo tiene el complicado papel de hacer que el movimiento obrero resurja de las cenizas. Los sindicatos no dejan de ser muy minoritarios y con una participación más bien simbólica en el mundo del trabajo.
Como en el resto de sectores de lucha, en el mundo del trabajo el anarquismo se topa con el problema de que difícilmente podrá servir como modelo mientras sea incapaz de autoorganizarse de forma efectiva.
Conclusiones finales
El movimiento anarquista griego ha vivido un crecimiento importante, aupado por su capacidad de movilización y de resistencia a la represión policial, alcanzo cotas épicas durante los largos disturbios de diciembre del 2008 y otras luchas posteriores. Pero el sentir de muchos compañeros que conocimos en nuestra breve estancia en Atenas es que estos nuevos militantes que han ido entrando en el espacio libertario puedan acabar por perderse si no se crean estructuras que consoliden al anarquismo como movimiento político.
El pasado 6 de mayo, el sistema bipardista que tradicionalmente ha gobernado en Grecia desde la caída de la dictadura de los coroneles se hizo añicos dejando tras de sí un clima de absoluta ingobernabilidad en las cúpulas del Estado. Un estado débil es siempre una buena noticia para el anarquismo, siempre y cuando esté capacitado para ocupar el espacio político que un estado inoperante deja libre. En caso contrario, la crisis de la democracia liberal será aprovechada por propuestas políticas populistas y autoritarias. La entrada de los fascistas en el Parlamento es una señal que debe ser tomada muy en serio por el anarquismo.
Muchos compañeros griegos, achacaban la incapacidad de dar el paso hacia un anarquismo organizado de manera formal a la juventud del movimiento de términos históricos. La comparación con el anarquismo del Estado español era bastante recurrente. Al contrario que por aquí, el movimiento libertario no ha tenido ninguna presencia destacada en Grecia durante los dos primeros tercios del siglo XX. Su eclosión vino de la mano de la caída de la dictadura y se vio muy influida por la ideología de Mayo del 68.
Si bien es innegable que el pasado del movimiento anarquista en España, especialmente en su época de mayor vigor allá por los años 30 del siglo pasado, ha resultado una influencia a tener muy en cuenta para el actual anarquismo ibérico, nuestra realidad no es muy distinta de la de los compañeros griegos. La ruptura que supuso la derrota de las fuerzas populares en la Guerra Civil y la posterior dictadura militar tuvo como consecuencia que en los 70 se levantara un movimiento con un similar recorrido al que nacía en Grecia, pero con unas estructuras mastodónticas que le convirtieron en un gigante con pies de barro.
Los hechos que acabaron por llevar al ostracismo al anarquismo en el Estado español durante la siguiente década demostraron que el movimiento no tenía la madurez necesaria para asumir el rol político que pretendía, pues había un abismo de varias generaciones entre los hombres y mujeres que protagonizaron la revolución del 36 y los que pretendieron recoger el legado en los 70. Lastres que, en definitiva, seguimos arrastrando aún hoy, aunque se vayan superando lentamente.
El anarquismo griego tiene tan poca experiencia como cualquier otro en nuestros días, pues ninguno tiene realmente un recorrido más allá de los 60, pero no arrastra viejas rencillas ni traumas que lo bloqueen. Se encuentra en un momento histórico idóneo para dar el gran salto, con un terreno firme sobre el que establecer los cimientos y con suficientes efectivos para llevar a cabo la gran obra. Ahora se necesita voluntad y responsabilidad ante el papel que al movimiento anarquista le toca jugar en esta época de ofensiva salvaje del gran capital.

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